Cristóbal Colón y la expansión del mercado
La palabra descubrimiento, usada para referirse a la llegada de los barcos españoles a nuestras tierras, encierra una manera europea de ver la realidad y es una especie de coloniaje postcolonial.
Vistas las cosas desde Europa resulta cierto que ellos descubrieron; pero vistas las cosas con nuestros ojos es igualmente cierto que nosotros no estábamos para ser descubiertos, porque los pueblos dueños de estas tierras constituían civilizaciones y culturas con su propia energía y expresiones que funcionaban, de manera diferente a las europeas de ese momento.
España recién había derrotado a los árabes que durante ochocientos años habían poseído buena parte del sur de la Península Ibérica, los reyes católicos Alfonso de Aragón e Isabel de Castilla además de expulsar a los árabes también lanzaron de la península a la población judía llamada Sefardita y se encontraron, de repente, con la realidad de ser una potencia a las puertas de un momento de expansión y de búsqueda de nuevos mercados.
Las élites intelectuales conocían que el planeta era redondo y España junto con Portugal tenía flotas navales muy importantes; pero la Corona no contaba con los fondos necesarios para financiar empresas grandes y mercantiles.
Así las cosas, la búsqueda de nuevos mercados suponía rutas nuevas que llevaran la mercancía hacia el oriente del planeta.
Se buscaba La India porque allí estaba la canela, la seda, la mostaza, la nuez moscada y las maravillas del mundo.
El genovés Cristóbal Colón era una mezcla de aventurero, comerciante e intelectual y era, en suma, el adecuado para la aventura de llegar al este desde el oeste. El viaje fue una empresa privada y cada barco de madera llevaba al mundo a una España feudal, con naturaleza devastada, de mentalidad católica y dueña de una Inquisición sangrienta.
Al tocar tierra en las Bahamas la empresa muestra su verdadera naturaleza de invasión porque se trató siempre de un imperio que se apropia de las tierras que encontró y las convierte en propiedad de su rey, esto que era un pillaje total se vuelve un acto jurídico por voluntad de la corona española y puestas las cosas así esta invasión se convierte, al mismo tiempo, en un choque sangriento de culturas diferentes.
El derecho, la lengua y la religión junto con la espada, el cañón y el miedo fueron las armas que usó España para establecer su dominio, y por cierto es lo que usan todos los imperios para consolidarse.
San Salvador le llamó Colón al primer punto que tocó en estas tierras y esto tiene que ver con la batalla de Belgrado (Capital de Serbia), lugar en donde en 1447 fue derrotado el ejército turco que avanzaba hacia Europa, Calixto III que era Papa en Roma dijo que en Belgrado se había salvado el mundo y tres años después de esta batalla dispuso que se construyeran iglesias en honor al Divino Salvador del Mundo.
Aparecieron templos dedicados al salvador y aún hoy se pueden encontrar y por eso, cincuenta años después Colón llamó San Salvador a las primeras tierras que invadía y en 1524 Jorge Alvarado, hermano de Pedro Alvarado, Adelantado de Guatemala, llamó San Salvador a una ciudad que fundó la columna invasora que el comandaba y, más adelante, en 1915 mediante un decreto de cinco artículos, se establece que el nombre de nuestro país era El Salvador y no San Salvador como era conocida.
De modo que la salvadoreñidad tiene que ser buscada en las callejuelas de una ciudad llamada Belgrado en el corazón de los Balcanes y no en las florestas de Cuscatlán.
España recién salía de la guerra contra los moros, con armas poderosas y tácticas militares modernas y su dominio fue logrado a través de victorias militares, verdaderamente espectaculares, juego político habilidoso y aniquilamiento del enemigo y de la población.
La victoria de Hernán Cortés contra los aztecas es una hazaña que impresionará siempre porque mezcla la religión, la política del imperio Azteca, la ausencia de una nación y la intrépida locura de un pequeño grupo de invasores dispuestos a todo.
Años después, Pizarro haría algo parecido destruyendo el poderoso imperio Inca y en lo que sería la Capitanía General de Guatemala, Pedro de Alvarado sometería a los pueblos mayas, quichés, tzutuiles, cachiqueles y otros.
Europa, al saquear el continente estableció las bases para el desarrollo del Capitalismo que después llegaría a ser planetario, esto que es la acumulación originaria pone a los Europeos en la condición de nuestros deudores y al continente americano en la calidad de acreedores, por supuesto que este saqueo no se basó solamente en minerales y piedras preciosas porque abarcó la cultura, los recursos naturales, semillas, plantas y todo lo imaginablemente de valor que existía.
Es sorprendente, sin embargo, que después de más de quinientos años Europa siga gravitando poderosamente en la mente del ser humano contemporáneo y que en sociedades como la nuestra se rinda homenaje al que te destruyó la vida y la posibilidad de un desarrollo independiente, es alucinante la figura del día de la raza, y que se hable de encuentro de culturas, ignorando invasiones sangrientas y genocidios; sigue siendo provocador que se hable de herencias culturales cuando se prohibió el idioma propio a estos pueblos para imponer el castellano, por eso, en nombre de la construcción de una identidad propia resulta impostergable mirar las cosas de hoy y de ayer con los propios ojos y no con los ojos extranjeros.
Vistas las cosas desde Europa resulta cierto que ellos descubrieron; pero vistas las cosas con nuestros ojos es igualmente cierto que nosotros no estábamos para ser descubiertos, porque los pueblos dueños de estas tierras constituían civilizaciones y culturas con su propia energía y expresiones que funcionaban, de manera diferente a las europeas de ese momento.
España recién había derrotado a los árabes que durante ochocientos años habían poseído buena parte del sur de la Península Ibérica, los reyes católicos Alfonso de Aragón e Isabel de Castilla además de expulsar a los árabes también lanzaron de la península a la población judía llamada Sefardita y se encontraron, de repente, con la realidad de ser una potencia a las puertas de un momento de expansión y de búsqueda de nuevos mercados.
Las élites intelectuales conocían que el planeta era redondo y España junto con Portugal tenía flotas navales muy importantes; pero la Corona no contaba con los fondos necesarios para financiar empresas grandes y mercantiles.
Así las cosas, la búsqueda de nuevos mercados suponía rutas nuevas que llevaran la mercancía hacia el oriente del planeta.
Se buscaba La India porque allí estaba la canela, la seda, la mostaza, la nuez moscada y las maravillas del mundo.
El genovés Cristóbal Colón era una mezcla de aventurero, comerciante e intelectual y era, en suma, el adecuado para la aventura de llegar al este desde el oeste. El viaje fue una empresa privada y cada barco de madera llevaba al mundo a una España feudal, con naturaleza devastada, de mentalidad católica y dueña de una Inquisición sangrienta.
Al tocar tierra en las Bahamas la empresa muestra su verdadera naturaleza de invasión porque se trató siempre de un imperio que se apropia de las tierras que encontró y las convierte en propiedad de su rey, esto que era un pillaje total se vuelve un acto jurídico por voluntad de la corona española y puestas las cosas así esta invasión se convierte, al mismo tiempo, en un choque sangriento de culturas diferentes.
El derecho, la lengua y la religión junto con la espada, el cañón y el miedo fueron las armas que usó España para establecer su dominio, y por cierto es lo que usan todos los imperios para consolidarse.
San Salvador le llamó Colón al primer punto que tocó en estas tierras y esto tiene que ver con la batalla de Belgrado (Capital de Serbia), lugar en donde en 1447 fue derrotado el ejército turco que avanzaba hacia Europa, Calixto III que era Papa en Roma dijo que en Belgrado se había salvado el mundo y tres años después de esta batalla dispuso que se construyeran iglesias en honor al Divino Salvador del Mundo.
Aparecieron templos dedicados al salvador y aún hoy se pueden encontrar y por eso, cincuenta años después Colón llamó San Salvador a las primeras tierras que invadía y en 1524 Jorge Alvarado, hermano de Pedro Alvarado, Adelantado de Guatemala, llamó San Salvador a una ciudad que fundó la columna invasora que el comandaba y, más adelante, en 1915 mediante un decreto de cinco artículos, se establece que el nombre de nuestro país era El Salvador y no San Salvador como era conocida.
De modo que la salvadoreñidad tiene que ser buscada en las callejuelas de una ciudad llamada Belgrado en el corazón de los Balcanes y no en las florestas de Cuscatlán.
España recién salía de la guerra contra los moros, con armas poderosas y tácticas militares modernas y su dominio fue logrado a través de victorias militares, verdaderamente espectaculares, juego político habilidoso y aniquilamiento del enemigo y de la población.
La victoria de Hernán Cortés contra los aztecas es una hazaña que impresionará siempre porque mezcla la religión, la política del imperio Azteca, la ausencia de una nación y la intrépida locura de un pequeño grupo de invasores dispuestos a todo.
Años después, Pizarro haría algo parecido destruyendo el poderoso imperio Inca y en lo que sería la Capitanía General de Guatemala, Pedro de Alvarado sometería a los pueblos mayas, quichés, tzutuiles, cachiqueles y otros.
Europa, al saquear el continente estableció las bases para el desarrollo del Capitalismo que después llegaría a ser planetario, esto que es la acumulación originaria pone a los Europeos en la condición de nuestros deudores y al continente americano en la calidad de acreedores, por supuesto que este saqueo no se basó solamente en minerales y piedras preciosas porque abarcó la cultura, los recursos naturales, semillas, plantas y todo lo imaginablemente de valor que existía.
Es sorprendente, sin embargo, que después de más de quinientos años Europa siga gravitando poderosamente en la mente del ser humano contemporáneo y que en sociedades como la nuestra se rinda homenaje al que te destruyó la vida y la posibilidad de un desarrollo independiente, es alucinante la figura del día de la raza, y que se hable de encuentro de culturas, ignorando invasiones sangrientas y genocidios; sigue siendo provocador que se hable de herencias culturales cuando se prohibió el idioma propio a estos pueblos para imponer el castellano, por eso, en nombre de la construcción de una identidad propia resulta impostergable mirar las cosas de hoy y de ayer con los propios ojos y no con los ojos extranjeros.
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